Le he dicho miles de veces que no haga eso. Cuando no, lo he mirado con cara rara. Sin embargo, ni se inmuta. A menudo pienso que lo hace a propósito. Quiere provocarme, lo sé. Le gusta verme fuera de lugar. Roja, hinchándome como una pelota, con los ojos inyectados en sangre. Lo busca, disfruta con ello. Pero todo tiene un límite. Ayer mismo, cogió el pan y en lugar de comer parecía que lo escupía. No pude resistirme, lo agarré del cuello y lo ahogué.
jueves, 16 de junio de 2011
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