jueves, 9 de diciembre de 2010

La oficina


Como cada día a las 8.25 y a las 17:43h Leonardo se levanta de su mesa para meterle mano a la secretaria. No sin antes preguntarle con quién haría un trío. Ella, acostumbrada a ese tipo de preguntas, revisa el panorama y responde que con Alberto, porque Bernardo le cae mal a Claudia y Edelmiro no usa chaleco los viernes. Y es que a la secretaria, le pueden los chalecos. Más allá, enfrente del radiador, se sientan Juanjo y Alberto. Como siempre, tienen poco trabajo y se dedican a contarse ocurrencias idiotas: ¿Qué le darías a Mac Gyver si estuviera en el fondo del mar atado con cadenas de una tonelada? Silencio. Un abrelatas oxidado, una pared de ladrillo hueco y dos chihuahuas El eco de sus risas es mayor que el número de veces que Sandra, la becaria, se ha puesto falda corta esta semana: 1.778.005. Por otros horizontes, las puretas de la empresa, por lo visto tan calientes como enamoradas, han determinado mientras salían del baño que la sensación térmica es el mejor indicador del amor. Eso, después de preguntarse si les gustan más los hombres con o sin pelo en el pecho, a lo que han respondido todas menos una que los prefieren con. Por aquello de sentirse ellas más femeninas y menos lobas. Pero sin duda, el tema del día es el accidente de Javier, quien está ingresado desde hace 4 días con quemaduras de tercer grado. Cuando le preguntaron cómo sucedió, el chico, que no da mucho de sí, contestó que el agua estaba demasiado caliente. 
Entre todo este espectáculo de hormonas y olor a crema anti-age, estoy yo y mi anécdota personal del día. Esta mañana, mientras me preparaba la comida he detectado que me faltaba algo. Al ver a mi compañera de piso no he dudado en preguntarle: ¿Y el pepino que había en la nevera?

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Palabroflexia y otras verbalidades by Jordina Navarro Llop is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported License.