viernes, 31 de diciembre de 2010

La ignominia del mamut


El elefante decidió abandandonarse a la afrenta que el viejo mamífero le había causado incluso después de muerto. Era consciente: hoy, como un ramillete hortera de boda antes de ser lanzado al aire, él era la comidilla de hienas y amantes de la carroña. Ahora toda teoría y código caía en el olvido y se diluía ante él como un lípido rodeado por una banda de hidrocarburos hambrientos. Nada parecía real. Se sentía como un okupa de la evolución. 
 Dónde está Darwin, eh?— Se preguntaba. 
Sin embargo, Anna tenía razón, y pese a todo su dolor, lo que había salido de sus labios era verdad. No había opción. Así que suspiró, y sin resquebrajar ni un centímetro más el telar del que ahora toda su identidad pendía, se arrastró hasta el elenco de mandatarios y concluyó: 
Está bien, aceptaré ese injerto de pelo. Pero de alargarme los cuernos ni hablar.

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Palabroflexia y otras verbalidades by Jordina Navarro Llop is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported License.