¿Calcetines grises o azules?
En un día normal Samuel nunca se hubiera hecho una pregunta como esa.
Su color preferido era el negro y así lo demostraba su vestuario, su coche, sus
muebles, su peine y su ratón. Sin embargo, no se sabe si por el desdén del
momento o el empalme madrugón, el muy personaje no supo ver las cartas que el
croupier de la vida le mostraba.
Un pastelito, por favor.
Más tarde, al pasar por delante del almacén de Antonio, Samuel sintió
la necesidad de comprarse un pastelito. Él odiaba la palabra pastelito. A
menudo se preguntaba: “Pastelito” “¿Qué tipo de nombre es ese?” ”¿Qué garantías puede
ofrecerte algo que se llama pas-te-li-to?” Jamás en una situación estándar
Samuel hubiera atendido esa llamada dulzona y, mucho menos, haberla complacido.
Mas aquél día lo hizo.
La perra de la vecina.
Como
podréis imaginar, a un tipo al que le gusta el negro y odia la palabra
pastelito, no le van las sorpresas. Ese día ni el azar ni el entendimiento
estaban de su parte. Justo antes de cruzar la calle, la vecina del 5º se acercó
a él y le dijo: "Samuel, voy a ser madre". Sin mirar, Samuel salió corriendo. A los pocos segundos, mientras el chico soltaba el
pastelito para agarrarse a la vida, la vecina concluía: —…madre de un
Terrier alemán.
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