jueves, 2 de agosto de 2012

Recomendación para evitar la muerte de su oído

En toda ciudad, pueblo o aldea que se preste se erige por lo menos una iglesia, capilla o templo con su correspondiente campanario. Si la iglesia, capilla o templo no está en uso, no sucederá nada; pero si por el contrario, dichos espacios se emplean de forma habitual, entonces, prepárese para vivir la muerte de su oído. Una pérdida causada por el repicar constante de entre una y tres campanas más de 100 veces al día. Una bofetada inesperada pese a su exacta puntualidad, con ese sobrio y a la par agudo griterío que todo lo interrumpe. Aproximadamente, 133 golpes metálicos (sin contar el aviso a misas diarias, de difuntos y demás, eso va aparte) capaces de quebrarlo todo sin ningún pudor: la noticia del día, la cuarta sinfonía de Beethoven, incluso la concentración. 
Ante tal escandalosa situación, la cual acostumbra a ser directamente proporcional a la cercanía a la que usted se encuentre de esta máquina de ruido infernal, le recomiendo llevar siempre encima unos tapones. O si lo prefiere, anotarse a la liga de hombres y mujeres a favor de las campanas recubiertas de algodón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
Licencia de Creative Commons
Palabroflexia y otras verbalidades by Jordina Navarro Llop is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported License.